Día sexto: Novena del Señor y Virgen del Milagro

A continuación el rezo de la Novena de nuestros patronos.

Salta11 de septiembre de 2024DefrentesaltaDefrentesalta

EDESA

Catedral de Salta
Catedral de Salta.Foto: Guillermo Raspa.

4TA FONDO PROMOCIONES_20240914_121527_0000

Acto de Contrición

Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de vuestros ojos, me postro avergonzado a vuestros pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma, por haber sido ofensa contra Vos. Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en vuestra benigna misericordia, proponiendo con todo mi corazón la enmienda. Dulce amor mío sois sobre todas las cosas, tened piedad de mí, y acordaos, Señor, el que mi amor os puso en esa Cruz, y no os acordéis el que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de vuestro paternal amor, porque si a Vos, que sois mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Ay, mi Jesús, y cómo os ofendí! ¡Oh, quién de dolor muriera a vuestros pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Vos, tened misericordia de mí. AMEN.

Oración preparatoria para todos los días

María Purísima del Milagro, que con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos, y Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo; concédeme, Madre mía del Milagro, el que de tal suerte mude yo mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición, olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor, y que corresponda, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. Y no permitas Madre mía, el que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión, que todo lo puede conseguir, con tal que no apartes tus purísimos ojos de este miserable pecador y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma. AMEN.

Aquí se rezan tres Avemarías en reverencia de la Purísima Concepción.                                                                           

Oh, mi Jesús! ¿Cómo habéis podido sufrirme tanto tiempo? ¡Tantas veces como he huido de Vos, y a pesar de esto Vos habéis venido siempre a mi encuentro! ¡Tantas veces como os he ofendido, y Vos me habéis perdonado! ¡Os ofendí de nuevo, y de nuevo me habéis concedido el perdón! ¡Ah, hacedme sentir un poco de aquel dolor que padecisteis en el Huerto de Getsemaní, cuando, al pensar en nuestros pecados, llegasteis a sudar sangre. Yo me arrepiento, oh Redentor mío, de haber tan mal correspondido, a vuestro amor. ¡Oh placeres malditos, yo os detesto y abomino! Vosotros me hicisteis perder la gracia del Señor. ¡Oh, amado Jesús!, yo os amo sobre todas las cosas, y renuncio a todas las satisfacciones ilícitas, prefiriendo morir mil veces antes que ofendemos jamás. ¡Ah! por el afecto que me mostrasteis en la Cruz, y que os obligó a ofrecer por mí esa vida divina, dadme la luz y la fuerza para resistir las tentaciones, y recurrir en ellas a vuestra ayuda. ¡Oh, María, mi esperanza, ya que todo lo podéis con Dios, alcanzadme la santa perseverancia, y haced que no me separe jamás de vuestro amor!

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada Virgen del Milagro. AMÉN.


Atributos de María: Jardín Cerrado

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el sexto atributo que simboliza vuestra original pureza, es el Jardín Cerrado. Encerrad, Madre mía, en vuestro corazón purísimo, como en jardín soberano, todos nuestros pensamientos y obras, para que de hoy en adelante ya no piense en otra cosa, sino sólo en serviros, ni quiera más gloria que la de amaros, y haced que con la fragancia suavísima de todas vuestras virtudes se conviertan nuestros deseos en fruto de vuestro agrado, para que, adornándose mi alma con las flores de las virtudes, merezca ser suave olor de Cristo en la gloria. AMÉN.

Oración:

Soberana Emperatriz de los Cielos y tierra, dulcísima Madre de pecadores, Madre del Milagro, en ésta tu escogida ciudad en la cual ostentas tu amor, mírame con semblante risueño, que, aunque pecador y desagradecido, soy hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable. Y creo que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi Señor Jesucristo, porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, les muestra El especial amparo. Ea, pues, Madre mía del Milagro, no desprecies mis ruegos, y si cuando como pecador no te busqué, Tú solicitabas mi amistad porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has de negar tu amparo, tu patrocinio y favor? Merezca yo tu poderoso brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis culpas y pecados, que deseo sea mayor que el me han tenido los más penitentes Santos del mundo, me lleve a sí y me dé a beber de aquella Sangre Soberana de su amoroso Costado, que es todo el precio de nuestra redención, y viva sólo en El, huyendo del mundo y de mí mismo. AMEN.

Amantísimo Jesús mío, hermosura eterna de la Gloria, mi Dios crucificado y todo mi bien, justo Juez y piadoso Padre, que, no contento vuestro amor con haber bajado del cielo a la tierra a buscar al pecador; haber derramado vuestra sangre en el ara de la Cruz y haber instituido el Sacramento Eucarístico de vuestro Cuerpo y Sangre en la Santa Misa, quisisteis venir en vuestra milagrosa imagen a esta ciudad de Salta, a buscar como Pastor Divino a la oveja perdida. Y cuando más olvidada andaba de vuestro singular amor, hicisteis estremecer la tierra con espantosos terremotos, y revelasteis a vuestro siervo no cesarían hasta que os sacasen por las calles. Os suplico, mi Dios crucificado, que por vuestra mansedumbre soseguéis la inquietud de mi espíritu, para que pueda yo corresponder agradecido, buscándoos sólo a Vos, pues sois el descanso de mi alma y mi único bien. Y si por haberos ofendido temblase mi alma de llegarse a Vos, dadle voces desde esa Cruz, con que interiormente le digáis: "Mira, hijo mío, cuánto sufro por tu amor, y tú ¿qué es lo que haces por Mí, sino sólo ofenderme? Pero ven a mis brazos, que Yo clamaré a mi Eterno Padre diciendo: "Padre, perdona a este hijo ingrato, que no ha sabido lo que ha hecho al haber despreciado a su Dios y Redentor" Y, si todavía vuestro amor retira de mi los ojos de su piedad, por mi ignorancia e ingratitud, ponedlos en vuestra Madre, María Santísima del Milagro, mi Protectora, por cuyos méritos y piadosa intercesión, espero se templarán vuestros enojos, y me daréis gracia para que os pueda servir en esta vida y alabaros en la eterna. AMÉN.

Pedro Serrudo trabaja por la familia Municipal

1278x123 copia

Último momento
Te puede interesar
Lo más visto