Día séptimo: rezamos la novena del Señor y Virgen del Milagro

Como todos los días el rezo a nuestros patronos.

12/09/2024DefrentesaltaDefrentesalta

remsa

Señor y Virgen del Milagro
Señor y Virgen del Milagro.

EDESA

Acto de Contrición:

Dulce Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de vuestros ojos, me postro avergonzado a vuestros pies, confesando la multitud de mis culpas, con íntimo dolor de mi alma, por haber sido ofensa contra Vos. Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en vuestra benigna misericordia, proponiendo con todo mi corazón la enmienda. Dulce amor mío sois sobre todas las cosas, tened piedad de mí, y acordaos, Señor, el que mi amor os puso en esa Cruz, y no os acordéis el que yo, como ingrato y desconocido, me olvidé de vuestro paternal amor, porque si a Vos, que sois mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Ay, mi Jesús, y cómo os ofendí! ¡Oh, quién de dolor muriera a vuestros pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el cielo y contra Vos, tened misericordia de mí. AMEN.

Oración preparatoria para todos los días: 

María Purísima del Milagro, que con tierno amor te inclinaste a pedir a tu Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos, y Tú, cual otra hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de colores, pediste por la libertad de este pueblo; concédeme, Madre mía del Milagro, el que de tal suerte mude yo mi vida, que si hasta aquí he caminado por los caminos de mi perdición, olvidado de mi Dios y Señor, de hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor, y que corresponda, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal Madre. Y no permitas Madre mía, el que se vea malograda en mí tu poderosa intercesión, que todo lo puede conseguir, con tal que no apartes tus purísimos ojos de este miserable pecador y concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma. AMEN.

Aquí se rezan tres Avemarías en reverencia de la Purísima Concepción.

irad, oh mi Dios, mirad a vuestros pies un ingrato a quien creasteis para el paraíso, pero que tantas veces, por miserables placeres, os ha negado a la cara y ha preferido ser condenado al infierno. Más yo espero, que Vos me, habéis perdonado todas las injurias que os he hecho, de las cuales me arrepiento de nuevo y quiero arrepentirme hasta la muerte. ¡Ah, yo deseo que me las perdonéis todavía! Más, oh Dios mío, aunque Vos me hayáis perdonado, no por esto será menos verdad que tuve la audacia de abrevaros de amargura, oh Redentor mío, que para conducirme a vuestro Reino me habéis dado la vida. ¡Bendita y glorificada sea para siempre, oh mi Jesús, vuestra misericordia.

Vos que con tanta paciencia me habéis sufrido, y que, en vez de castigarme me habéis colmado de gracia y de luces, y mil veces me habéis llamado a Vos, ya veo, oh mi amado Jesús, que Vos queréis que me salve, deseáis que entre a vuestro Reino para amaros eternamente; pero antes queréis que os ame en este mundo. Sí, yo quiero amaros; y aún cuando no hubiere paraíso, en tanto que yo viva, os amaré con todas mis fuerzas y con toda mi alma. Bástame saber, oh mi Dios, que Vos deseáis que os ame. ¡Oh, mi Jesús!, asistidme con vuestra gracia, y no me abandonéis. Mi alma es inmortal: hállome, pues, en la alternativa, o de amaros siempre o de detestaros por toda una eternidad. ¡Ah, no, no!, amaros quiero eternamente, y amaros lo bastante en esta vida, para amaros en la otra lo que debo. Disponed de mí como os plazca; castigadme como Vos quisierais, pero no me privéis de vuestro amor; haced después, de mí, lo que os parezca., ¡Oh mi Jesús! vuestros méritos son mi esperanza ¡Oh, María, toda mi esperanza la pongo en vuestra intercesión! Vos me habéis librado del infierno, cuando yo estaba en pecado. Ahora quiero ser de Dios; hacedme santo y salvadme.

Dulcísimo Señor del Milagro, perdonad mis pecados, y librad, por vuestra misericordia, a la ciudad de Salta de todo castigo. Concedednos esta gracia, por intercesión de nuestra Protectora, vuestra dulcísima Madre, la Inmaculada virgen del Milagro. AMÉN.


Atributos de María:  Puerta del cielo

Purísima Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el séptimo atributo que simboliza vuestra original pureza, es la Puerta del Cielo. Y pues sois Puerta Celestial, por cuya intercesión entran al paraíso de la gloria, los hijos de Adán que acaban esta vida en gracia; concededme, Madre mía, el que si este año fuese el último de mi vida, se aparte mi corazón de los cuidados de este mundo, y con la luz de vuestros auxilios busque sólo el sosiego de mi alma en mi dulce Jesús, para que cuando llegue la muerte temporal, merezca estar dispuesto para acabar mi vida en el ósculo de mi Señor, y entre por Vos, Puerta resplandeciente, a la patria dichosa de la gloria. AMÉN.

Oración:

Soberana Emperatriz de los Cielos y tierra, dulcísima Madre de pecadores, Madre del Milagro, en ésta tu escogida ciudad en la cual ostentas tu amor, mírame con semblante risueño, que, aunque pecador y desagradecido, soy hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable. Y creo que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi Señor Jesucristo, porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, les muestra El especial amparo. Ea, pues, Madre mía del Milagro, no desprecies mis ruegos, y si cuando como pecador no te busqué, Tú solicitabas mi amistad porque deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has de negar tu amparo, tu patrocinio y favor? Merezca yo tu poderoso brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis culpas y pecados, que deseo sea mayor que el me han tenido los más penitentes Santos del mundo, me lleve a sí y me dé a beber de aquella Sangre Soberana de su amoroso Costado, que es todo el precio de nuestra redención, y viva sólo en El, huyendo del mundo y de mí mismo. AMEN.

Amantísimo Jesús mío, hermosura eterna de la Gloria, mi Dios crucificado y todo mi bien, justo Juez y piadoso Padre, que, no contento vuestro amor con haber bajado del cielo a la tierra a buscar al pecador; haber derramado vuestra sangre en el ara de la Cruz y haber instituido el Sacramento Eucarístico de vuestro Cuerpo y Sangre en la Santa Misa, quisisteis venir en vuestra milagrosa imagen a esta ciudad de Salta, a buscar como Pastor Divino a la oveja perdida. Y cuando más olvidada andaba de vuestro singular amor, hicisteis estremecer la tierra con espantosos terremotos, y revelasteis a vuestro siervo no cesarían hasta que os sacasen por las calles. Os suplico, mi Dios crucificado, que por vuestra mansedumbre soseguéis la inquietud de mi espíritu, para que pueda yo corresponder agradecido, buscándoos sólo a Vos, pues sois el descanso de mi alma y mi único bien. Y si por haberos ofendido temblase mi alma de llegarse a Vos, dadle voces desde esa Cruz, con que interiormente le digáis: "Mira, hijo mío, cuánto sufro por tu amor, y tú ¿qué es lo que haces por Mí, sino sólo ofenderme? Pero ven a mis brazos, que Yo clamaré a mi Eterno Padre diciendo: "Padre, perdona a este hijo ingrato, que no ha sabido lo que ha hecho al haber despreciado a su Dios y Redentor" Y, si todavía vuestro amor retira de mi los ojos de su piedad, por mi ignorancia e ingratitud, ponedlos en vuestra Madre, María Santísima del Milagro, mi Protectora, por cuyos méritos y piadosa intercesión, espero se templarán vuestros enojos, y me daréis gracia para que os pueda servir en esta vida y alabaros en la eterna. AMÉN.

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